II Jornada estudiantil sobre Enseñanza de la Filosofía. Día 1
Como conclusión del curso “Enseñanza de la
Filosofía” que impartí en la licenciatura de filosofía en la UNAM, realizamos
una Jornada de diálogo y discusión sobre problemáticas en la enseñanza y la divulgación
de la filosofía. A lo largo del curso, varios alumnos dieron una clase de
filosofía en algún bachillerato, licenciatura o secundaria. Otros estudiantes
optaron por pensar a fondo sobre medios de divulgación de la filosofía y
propusieron proyectos que podrían ser desarrollados e implementados a mediano
plazo. Con el conjunto de ponencias y discusiones, surgieron muchos temas a
tratar, lo cual abrió nuevos caminos de reflexión sobre el ejercicio de
transmisión filosófica. La Jornada se desarrolló a lo largo de tres días, desde
el 9 al 11 de enero de 2018. Los dos primeros días se contó con tres mesas y el
último, con dos.
En la
primera mesa, la alumna Leslie Casales centró su reflexión en el hecho de que
un parte fundamental del ejercicio filosófico depende de la actitud que el
filósofo asuma al momento de impartir clase o de divulgar el conocimiento
propio del área. Es de sobra conocido el reproche —recordaba Casales— que se le
hace a los filósofos sobre la actitud arrogante o soberbia que podrían
presentar ante otros ámbitos del conocimiento y, en general, sobre cualquiera
que no se dedique al oficio de la otrora “madre de todas las ciencias.”
Dentro de la misma mesa, el estudiante César Chávez
Romero señaló una tendencia educativa presente en los días que corren, según la
cual, se ponderan los recursos tecnológicos y didácticos que facilitan la
complejidad de los contenidos educativos, abriendo la posibilidad de que estos
últimos sean olvidados y, en última instancia, inaccesibles para los propios
estudiantes. En este tenor, indicó que es fundamental no perder de vista que la
filosofía posee contenidos complejos y que, si bien puede comenzarse a entrar
en ellos a través de recursos técnicos y didácticos, no pueden dejarse de lado.
Para finalizar
la mesa, el alumno Ashley Gutiérrez Hernández narró que, a partir de su
experiencia de práctica docente en una secundaria, se percató de manera muy
concreta de la deficiencia educativa en humanidades que padece la educación
básica del país. Por ello, propuso, retomando las ideas de Filosofía para Niños
explorada por José Ezcurdia, que habría que elaborar Talleres, cursos y
programas de desarrollo filosófico en los niños.
La segunda mesa corrió a cargo de los alumnos
Andrea Trillanes Ruiz, Daniel Méndez Jiménez y Ángel Gabriel Rodríguez Ramírez.
La primer ponente propuso, para el ejercicio filosófico más allá de la
academia, el empleo de un recurso narrativo novedoso que ha sido muy fecundo
para estudios de cine, de series de televisión y, en general, de cultura pop. El recurso en cuestión se denomina videoensayos, y ha sido aprovechado para
realizar análisis de películas y cultura popular en general. De acuerdo con
Trillanes, el videoensayo posee una estructura mínima básica: plantea un
problema a tratar, objetivos, puede recurrir a fuentes de apoyo para sustentar
el argumento y, además, permite integrar imágenes y música como parte del análisis
del tema a tratar. La ventaja del recurso en cuestión es que se puede centrar
en sectores de la sociedad que no están acostumbrados a la lectura, pues al ser
video, permite que todo público, sea lector o no, analice problemáticas
cotidianas desde un punto de vista filosófico. Sin duda, su propuesta muy
sugerente con la cual, como sostuvo la alumna, la filosofía puede traer a su
ejercicio profesional, los fenómenos sociales y culturales que acontecen día a
día.
Daniel Martínez, por su parte, también consideró
una opción fundamental del ejercicio filosófico, la corriente de Filosofía para
Niños. Pero, además de considerar que con dicha forma aplicada de la filosofía,
los niños pueden desarrollar habilidades como la tolerancia a ideas diversas,
el análisis conceptual y el fomento del diálogo, centró su propuesta en el
hecho de que a través de libros para niños es factible divulgar filosofía a los
infantes. En su exposición mostró ejemplos concretos de libros para niños en
los cuales se divulgan otros saberes, como las matemáticas, con lo cual se
evidenció que ese medio es muy fértil, constituyéndose una alternativa laboral
muy atractiva y viable.
Por último, Ángel Rodríguez reflexionó sobre
ciertos tipos de videojuegos como una posible forma del arte contemporáneo. Con
ello, el discente pensó que era posible observar que un producto que, en
principio, se considera de mero entretenimiento, en realidad, puede abrir
nuevos derroteros de la creatividad y, por qué no, también del pensamiento
filosófico.
En la última mesa del día, el estudiante Eduardo
Benítez Martínez reflexionó en torno a la importancia de la ejemplificación
como recurso didáctico para la enseñanza de la filosofía. Lo anterior, según
Benítez, fue asumido tras su experiencia en la práctica
docente que realizó en una secundaria. Para el alumno, el papel de la
ejemplificación no sólo es ilustrativo, sino que requiere de todo un ejercicio
creativo que logre vincular al docente, el alumno y el tema a tratar.
En esa misma mesa, Diana Gavaldón Sánchez
realizó un análisis crítico sobre el modelo por competencias en la enseñanza de
la filosofía. Su postura consideró que, en dicho modelo, hay una ambigüedad
sobre el término mismo de competencia, pues
a la par que podría considerarse como un modelo que desarrolle habilidades, se
considera también como el fomento de la competitividad. En síntesis, Gavaldón
señaló que la implementación del modelo por competencias se enfoca,
primordialmente, a la consecución de metas utilitarias y pragmáticas, y no a la
formación humanística, crítica, en una palabra, desinteresada. El análisis de Gavaldón apuntó hacia la urgencia de
repensar el sentido de la filosofía como algo que puede contribuir a la
formación humanística de otras áreas del conocimiento.
En su participación, el estudiante Camilo Reyes
Rodríguez señaló que, dado que la filosofía que se imparte en los bachilleratos
es, en lo esencial, una introducción a dicho oficio, resulta sumamente
criticable las ambiciones que ostentan los programas de las asignaturas
filosóficas en el nivel medio superior. Aunado a la amplitud de contenidos
temáticos que se proponen en las asignaturas filosóficas de la EMS, se hace
patente que el tiempo para cubrirlos es insuficiente. Ello implica que debe
repensarse y, acaso, reformularse el tipo de contenidos temáticos que han de
brindarse en los bachilleratos. Incluso, Reyes Rodríguez se inclinó por la idea
de que sería más fecundo promover la enseñanza de habilidades o aptitudes del
ejercicio filosófico, antes que de contenidos específicos de historia de la
filosofía.
Como último ponente, Raúl Rojas Mondragón
reflexionó sobre el modo en que, desde un enfoque filosófico, impartió una
sesión en secundaria para suscitar en los jóvenes estudiantes, una comprensión
crítica sobre la noción de adolescencia.
Rojas Mondragón enfatizó la importancia del manejo de un lenguaje accesible para
el joven de secundaria, así como la importancia de darle valor a las
participaciones de los jóvenes. Resaltó que los propios alumnos de secundaria
se vieron muy interesados ante la peculiar forma de reflexión filosófica e,
incluso, más de un estudiante investigó algunos de los filósofos mencionados en
clase por el interés que le había despertado la filosofía. Ciertamente, la
experiencia reveló que la vinculación entre filosofía y adolescencia, no sólo
es posible, sino incluso deseable para el proceso de formación.
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