Los XV años de los filósofos


Un claro ejemplo de la poca presencia de la filosofía en la sociedad mexicana lo muestra el hecho de que, a lo largo de esta semana, se llevó a cabo el XV Congreso Internacional de Filosofía que tuvo lugar en la zona cultural de la UNAM. Se enfatiza que tiene poca relevancia para la sociedad, precisamente porque aconteció dicho evento y casi nadie, salvo los filósofos, algunos intelectuales y uno que otro curioso, se enteró y acaso asistió.

El Congreso tiene una estructura que puede resultar dispersa, pues a su interior, convergen diferentes coloquios en simultáneo tiempo. De modo que es posible hallar mesas que hablan de filosofía política y, en otro sitio, mesas que hablan de estética. Lo sorprendente, es que las mesas no tienen un eje temático que las interrelacione entre sí. Más apabullante es el hecho de que incluso al interior de las mesas, las ponencias no suelen vincularse del todo. Así, el resultado del Congreso es la conjunción de grandes monólogos que, por supuesto, pueden tener grandes y fecundas ideas o propuestas pero que no contienen la calidez del diálogo que tan esencial es al quehacer filosófico.

Quizá lo mejor del Congreso es que puede promover la interacción entre los filósofos en México y el mundo, aunque no compartan doctrinas, ideas o autores. El punto que puede justificar y aun promover estos eventos, es el hecho de que sirven para cohesionar la relación entre los hombres y las mujeres que todavía se dedican al oficio del pensar. Desde luego, ello tiene sin cuidado al resto de la sociedad. De hecho, la calidad de nuestra cultura es tal, que brinda una mayor atención y urgencia al atentado contra un futbolista (que, sea o no futbolista, el atentado de suyo es malo) que al Congreso de los filósofos. Y es que el Congreso reitera la idea de que la filosofía sólo es para filósofos olvidando la labor esencial que consiste en transmitir el logos del amante del saber a quien no lo desarrolla. Esto, sin embargo, no es un asunto análogo a una "evangelización" sino que es un acto esencialmente amoroso, pues consiste en hablar de lo común a todos con vocación de verdad para ofrecerla al otro, a mi semejante.

Como sea, el Congreso terminó y hubo ponencias, articulos de venta, oyentes, colaboradores, libros, revistas, bocadillos y, lo más importante, vino para convivir. Los avances y discusiones que de este congreso hayan salido, será cosa que -desde mi opinión- nunca sabremos si no fuimos de los pocos afortunados en ir al evento.

Asunto aparte pero vinculado a este evento, fue la nueva protesta por parte de los filósofos del Observatorio filosófico, pues, al parecer, la Secretaría de Educación Pública no respetó los acuerdos que se lograron para volver obligatorias las materias de filosofía en la Educación Media Superior. Una nueva ola se está generando y no sé exactamente si habrá mucha fuerza en ella, o si sólo agitará brevemente las aguas.

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