Cien años del Ateneo de la Juventud


El pasado miércoles 3 de febrero, concluyó la serie de conferencias o ponencias que se llevaron a cabo en el Centro de lectura de la Condesa, con motivo de la conmemoración de los cien años de la creación del grupo conocido como "Ateneo de la Juventud". El evento se tituló "El espíritu del Ateneo" y fue organizado por Alfonso Vázquez y Federica González-Luna; se llevó a cabo el día 20 de enero (puede verse la nota aquí), el 27 de enero (veáse aquí) y el 3 de febrero (consúltese aquí).

Desde mi punto de vista como participante del coloquio, debo confesar que tuve la impresión de que pocos tocamos al Ateneo como tal. Creo que hubo temas en las ponencias, que aunque interesantes, no traían a la memoria el trabajo de los ateneístas y sus repercusiones a un siglo de distancia.

Ciertamente, el grupo de los ateneístas se halla bastante olvidado incluso en los lugares de mayor cultura del país. Es de notar, también, que dentro de los festejos del Bicentenario de México, el Ateneo haya tenido tan poco empuje, relevancia y presencia. Sin lugar a dudas, este grupo marcó decisivamente el futuro cultural del país, aunque, por sí mismo, sólo haya durado unos diez años aproximadamente.

El pensamiento de los más grandes representantes de los ateneístas: Caso, Vasconcelos, Reyes y Henríquez Ureña, se mantuvo fuerte y vigoroso a lo largo de su vida, por lo cual, es menester señalar que tuvieron la iniciativa y el vigor de tratar de "aterrizar" lo que en sus ideas creían lo mejor para el país. Vasconcelos y Caso, específicamente, tenían la firme convicción de que era con cultura con lo que México tendría una renovación y mejoría después de la revolución. Su esperanza era el espíritu humano, pero el apetito y la ambición política de muchos "revolucionarios" se impuso a lo largo del siglo XX.

Como en todo el mundo, en México impera el pragmatismo sobre la cultura, por lo que la dinámica vital de nuestra sociedad incita y promueve a buscar formas de vida acordes a esa lógica pragmatista. Desde esa perspectiva, toda la educación está encaminada a generar individuos útiles a la sociedad. Sin embargo, la misma lógica mencionada, impulsa la competitividad y con ello, la escasez de trabajo. Este fenómeno es el que ha hecho que muchos jóvenes no tengan interés en el estudio que pudiera prepararlos para el futuro (o sea, que los haga competentes para integrarse a la fuerza laboral), porque no hay garantías de que ello suponga un mejor futuro, con un buen trabajo y una estabilidad económica. Si ni siquiera los estudios encaminados hacia tales fines son llamativos para los jóvenes, ¿cuál será la fortuna de las llamadas humanidades? Impera en gran parte de la juventud la haraganería y la apatía. ¡Qué lejos estamos de los jóvenes que aún creían en que el espíritu liberaría de sus cadenas a los mexicanos!

Sea como fuere, confiezo que no soy un experto en el grupo del Ateneo, pero gracias a mi participación en el coloquio, me adentré bastante en su estudio, contexto y problemática, por lo que me siento honrado por haber podido decir algo sobre un grupo tan memorable e injustamente olvidado. Que sea, pues, en la intimidad de este pequeño y profano espacio virtual, un pequeño, ínfimo homenaje a tan valerosos jóvenes.

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