Citas al cuadrado
Me topo recientemente con que hay una nueva pugna intelectualoide, por el reciente otorgamiento del premio "Xavier Villaurrutia" a Sealtiel Alatriste y el trágico escenario de haberlo cachado haciendo unos homenajes a otros escritores, que el resto de los mortales entendemos, sin más, como plagio.
Uno de los que más ha saltado en defensa de los valores de la escritura ha sido Guillermo Sheridan, tal y como pueden constatarlo aquí. Pero lo más significativo de esto que para la sociedad mexicana ha pasado inadvertido y no ocupa un lugar estelar en los noticieros del dos y del trece, es que hasta las autoridades más autorizadas de la UNAM, aún no se hayan pronunciado en relación con las evidencias publicadas del modo en el cual Alatriste se hace de inspiración.
Más indignante aún es que, de acuerdo con la legislación universitaria, si un estudiante plagia, la sanción puede ir desde la reprobación de su asignatura hasta la expulsión definitiva de la Universidad, en virtud de qué tan grave sea el plagio. Pero, al parecer, si los funcionarios plagian, después son premiados y luego se les descubre el plagio, la cuestión es diferente. Esto puede indicar dos cosas: o bien se cree que los académicos-funcionarios son seres moralmente intachables, a quienes por principio les está negado el deseo de facilitarse el trabajo y, con ello, obtener el mayor beneficio, o bien, la legislación universitaria sí contempla sanciones para el plagio, sea quien sea que lo perpetre, pero por ahorita no conviene que se aplique el rigor.
No cabe duda que la corrupción ya ha invadido hasta los puntos que creíamos más seguros. La injustificable acción de Alatriste, aunada a su ridícula explicación (dice que no es plagio sino un "homenaje" a otros autores, una "cita elevada al cuadrado"), sólo dan muestra de que la honestidad en el oficio de las letras ya se está volviendo una prenda para verse bien, en lugar de ser una convicción tatuada en el alma (vaya, hasta el alma está en desuso).
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