El observador lunático
Este singular personaje se llama Uatu y, de acuerdo con el universo de Marvel Comics, pertenece a una raza llamada “Watchers”. En mi infancia, una de las emociones que más recuerdo con claridad, es aquella de salir del colegio (o en éste mismo si las clases me aburrían) y abrir un comic para adentrarme en “otros mundos”. Superhéroes como Spider-man, o como los X-Men u otros como ellos, me hicieron conocer temas intensos y densos; tópicos como “realidades paralelas”, “clonación”, “racismo”, “la imposibilidad de un amor”, entre otros; eran el campo de batalla de estos personajes (cosa que, dicho sea de paso, ninguna de las películas de superhéroes ha logrado captar). Es curioso, pero ahora me doy cuenta de que los problemas humanos no eran indiferentes, ni mucho menos fáciles de resolver, para los súper-humanos.
El universo Marvel, maravilloso en todo, me permitió darme cuenta de que, ni aún con “súper poderes”, se pueden solucionar los problemas que han aquejado a la humanidad. Más aún, con “súper poderes”, se generan “súper problemas” y con ello, la sentencia del tío Ben (el tío de Peter Parker alias Spider-man) se hace realidad: “un gran poder, conlleva una gran responsabilidad”. En este contexto de héroes sobre-dotados y de villanos con poderes semi-divinos, emerge una figura inquietante; un sujeto que flota por la Tierra, que vive en la Luna, que tiene los ojos muy abiertos y la boca muy cerrada. Todos, héroes y villanos, saben de él pero les es imposible comprenderlo cabalmente, pues sólo dialoga con su alma en la intimidad del silencio: está pensando. Se angustia por los asuntos humanos y, consiguientemente, de los sobre-humanos. Su nombre, Uatu. Todo el universo Marvel sabe que tiene un juramento sagrado de no pronunciar ni una sola palabra pues él tiene la verdad; y es que ésta es tremenda y, por ello, impronunciable. Uatu, solo, contempla cómo se realiza la verdad in-decible en la Tierra, pues ni hombres ni súper-hombres son capaces de entenderla porque ellos tienen mucho quehacer (porque salvar al mundo no debe ser cosa fácil).
Resulta curioso que, en todo caso, el único interlocutor de Uatu era el lector del comic, en este caso, yo. Este personaje sólo puede comunicar la verdad a alguien que, como él, se encuentra fuera del mundo y, por tanto, solo.
Hoy por hoy, caigo en cuenta de que el filósofo es como Uatu. El filósofo observa, contempla; pero él no posee la verdad aunque se pretende acercar a ella. El “amante del saber” suele ser calificado de “lunático” pues, según opinión común, este hombre deja de tener “los pies en la Tierra”. En muchas ocasiones el filósofo es aislado y se vuelca hacia la intimidad del silencio, y es ahí donde dialoga, calladito, con su alma. Pero el filósofo no se calla, alza la voz; pero muchas veces es incomprendido porque ¡claro!¿No se han dado cuenta de que el lenguaje en la Luna es distinto al de la Tierra? Con todo, el filósofo observa, como Uatu, los problemas humanos porque –hay que decirlo– a él también le afectan; quizá están solos (el filósofo y Uatu), pero, paradójicamente, están en la comunidad.
Huelga decir que, en ocasiones, me siento como este personaje, y de cuando en cuando lo visito y contemplo, con él, aquel universo de maravillas que llenó tantos años con ilusión mi infancia; asimismo, devolviendo el favor, ocasionalmente él me acompaña para observar mi propio universo... como siempre, en silencio y con los bien abiertos.
Comentarios
El filósofo no puede permanecer "calladito", nomás observando sigilosamente en su rinconcito el mundo, constantemente es distraído por el mundo que quiere conocer, y que probablemente nunca llegue a hacerlo, al menos cabalmente...
El filósofo habla, igual que Uatu, pero la pregunta es ¿quién lo escucha? O si te hace sentir más satisfecho, el filósofo habla consigo mismo de ese mundo que quiere conocer; habla consigo mismo en la intimidad del silencio...
saludos
pd. un abrazo muy fuerte, espero poder discutir esto en persona pronto, cuidate.
Ya desde Platón, un deber del filósofo es comunicar la verdad a los demás y, cual pobre mártir, es asesinado por sus compatriotas. Si no te gustan los griegos, podemos citar el caso de Bruno o Galileo, quien se retractó.
El problema no es que el filósofo sea o no escuchado, sino qué atributos debe tener quien lo escucha.
La pregunta es lo único que concluyo: ¿quién escucha al filósofo?
Pd. Que chido que comentes.
pd. que chido que respondas